viernes, 3 de abril de 2015

Zapatos Desgastados

Two headed boy
All floating in glass
The sun it has passed now it's blacker than black
I can hear as you tap on your jar...

Dos zapatos negros, de talla 9, descansan a un lado de mi cama.

Es rara la importancia que se le da a los zapatos; son usualmente los tenis a los que se clasifica, y la mayoría de las personas nos sabría distinguir entre unos zapatos de 300 pesos a unos de 500 dólares, sin embargo, todos conocen la diferencia entee los Vans y lso Converse, me supongo.

Esos zapatos me han acompañado durante dos años ya.

Mi padre me decía que a un hombre se le juzga por los zapatos. Yo me suponía, en mi enrevesada manera de entender conceptos simples, que entonces debía de hacer de mis zapatos un reflejo de mi persona. Al ver que no les mostraba muchas atenciones, tal como a mi persona, me regañaba, como un padre puede regañar a un niño de siete años. Y yo no comprendía por qué, y mi padre no estaba dispesto a escuchar.

La mayoría de mis zapatos se rompen al año. Éstos están bastante dañados, pero aún funcionan.

Y desde entonces uso zapatos. Es raro para mi usar tenis, y sólo un tiempo muy corto usé botas. Es así como decidí vivir. No quería que mis pies reflejaran a alguien inmaduro, un deportista o alguien que se deja llevar por los demás; los zapatos eran mi estilo. Podías no conocerme, pero sabías que era el tipo de los zapatos. Incluso ahora, a unos meses de licenciarme, la mayor parte de la gente que me rodea usa tenis regularmente, así que aún se relacionan conmigo. Los zapatos, no la gente.

Las cintas no son las originales. Tomé las de un par de tenis viejos como sustituto temporal, y no las he cambiado desde entonces.

Alguna vez me aproveché de usar zapatos. En primaria, una vez, jugábamos a patearnos las piernas (Sí, que tonto, lo sé) y en una de esas, me tocó ser pateado por un niño, futbolista, el segundo más grande del salón, el más rápido, y con piernas de jamón. Hizo el pernil hacia atrás, y mi instinto fue levantar la pierna, golpeándose él con el filo de la suela.

A uno de los zapatos le faltan dos ojales así que tuve que improvisar un sistema de nudos para disminuír la carencia.

No me importa caminar con zapatos. En realidad, ya estoy acostumbrado. Siempre he comprado el mismo modelo de zapatos, y siempre he caminado mucho, así que los cuatro y medio kilómetros que camino diariamente me resultan insignificantes.

Las cintas quedan demasiado largas. Las suelas están por quebrarse. Las plantillas se han gastado casi por completo, así que mis pies no soportaran las magulladuras que la madera que hace de base haga en ellos. Cada cierta cantidad de pasos doy un mal paso por lo elástico que se ha vuelto el cuero, tan arrugado como un mueble rústico.

Y sin embargo, son mis zapatos. Son yo.

Mi futuro me queda muy grande. Mi voluntad está por quebrarse. Mi cuerpo se ha gastado casi por completo así que ni soportaré los estragos que hace el el ayuno en mi. Cada cierto tiempo me quedo adormilado por el insomnio que deja bolsas bajo mis ojos, tan grandes como una cuchara.

Pero no hay otra razón más que continuar? Hay más allá de mi propua resistencia, de mi propia voluntad? Más delante está mi musa, pero no sé más si es trascendente hacer lo que hago, continuar con el arte y la ciencia que hago, que, por más reconocimiento y admiración que pueda recibir, nunca será relevante si no lo es para la musa. Tarde o temprano, mi cuero se desprenderá de mi suela, y seré inútil, a menos que sepa que lo que hago tiene importancia. De qué me sirve ser el ser más prolífico en la historia de la humanidad? Tanto Da Vinci como Goethe murieron en soledad.

En cuanto a mis zapatos... Creo que compraré unos tenis pronto.

Two headed boy
Put on Sunday shoes
And dance 'round the room to accordion key
With the needle that sings in your heart...

The Döggg

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